Los jóvenes de un barrio en Concepción se organizan para realizar un proyecto de servicio
En varios barrios de Concepción hay grupos de jóvenes que están siendo acompañados por animadores que forman parte del programa de empoderamiento moral impulsado por la comunidad bahá’í. Este es un programa que no solo involucra estudio, reflexión y juegos, también la acción social con actividades de servicio a su comunidad. Organizar estas actividades es un imperativo de los jóvenes y sus resultados se han visto reconocidos por los padres de los jóvenes y los vecinos de la comunidad.
La coordinadora del programa de jóvenes del barrio había identificado la necesidad de fomentar el trabajo en equipo entre los animadores y empezó a trabajar bajo este objetivo. Planificó un encuentro de animadores donde se estudió acerca de la importancia de hacer proyectos de servicio y dio espacio para que los mismos animadores planificaran proyectos por sectores. La idea de planificar por sectores o varios barrios era integrar varios grupos de jóvenes en un mismo proyecto, ya que algunos grupos de jóvenes estaban iniciando y otros habían tenido dificultad para realizar actividades de servicio, de esta manera se esperaba fortalecer los proyectos y aprender juntos.
Luego, organizaron un encuentro de grupos de jóvenes junto con los animadores, se dividieron de acuerdo a los sectores donde estaban ubicados y se les solicitó que planificaran juntos un proyecto de servicio. En uno de los sectores surgieron varias ideas por parte de los jóvenes y después de consultar las posibilidades decidieron sembrar árboles. Sin embargo, al seguir la consulta se dieron cuenta que no tenían los árboles y que iban a necesitar de algún dinero tanto para comprar árboles como para algunos materiales para el proyecto.
Una joven participante de un grupo sugirió que podrían vender mangos ya que en la casa de ella había un árbol y que el dinero que se recaudara lo podrían usar para comprar los árboles y demás materiales que necesitaban. A todos les pareció una muy buena idea y se organizaron para ir a vender los mangos. El día que acordaron para vender los mangos, la mamá de la joven que los había ofrecido ya los había cortado y los tenía listos para que los otros jóvenes del grupo los prepararan y salieran a vender.
El grupo se organizó, prepararon los mangos y enseguida salieron a venderlos a los familiares y vecinos del barrio donde ellos mismo vivían. Hubo una buena venta y apoyo del propósito de los jóvenes. Luego de la venta, acordaron que otra joven del grupo guardara el dinero que iban a usar para comprar las plantas.
Después de tres semanas se organizaron de nuevo para comprar los árboles y materiales necesarios para ir a sembrar. El día del proyecto de la siembra de árboles participaron varios jóvenes de dos grupos. Para la coordinación del programa de jóvenes fue muy importante reconocer el esfuerzo que habían hecho los jóvenes en cada momento del proyecto, desde empezar a pensar en qué podían planear, luego que actividad realizar para obtener dinero, ya que pudo haber sido más fácil pedir el dinero a los padres y comprar los árboles y, por último, ir a sembrarlos. Así, los jóvenes se fueron empoderando y responsabilizando del proyecto desde sus inicios.
Los árboles fueron sembrados en la calle cerca de la escuela de uno de los barrios de Concepción y mientras estaban sembrando los árboles les pidieron a algunos vecinos de allí que por favor los cuidaran. A la siguiente semana cuando se reunió el grupo de nuevo, con gran sorpresa, vieron los árboles protegidos y que alguien los había regado. Los vecinos se habían apropiado del cuidado y protección de los mismos. Después de un tiempo, los árboles comenzaron a florecer, lo cual fue notado por los padres de los jóvenes quienes se enorgullecen al recordar el esfuerzo de sus hijos por mejorar las condiciones de su comunidad.